Estudio del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) se centró en cuáles sustancias psicoactivas consumen menores y por qué factores.
La falta de afecto es una de las causas que llevan a los menores de edad sentenciados a consumir sustancias psicoactivas.
Así se determina en uno de los hallazgos del estudio “Perfil de consumo de sustancias psicoactivas en población sentenciada femenina y masculina menor de edad”, del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD).
La intención del estudio fue determinar cuáles sustancias psicoactivas consumen los menores sentenciados por la Ley Penal Juvenil, además de los factores socioeconómicos que intervienen, y así proponer acciones para velar por su bienestar.
En entrevista con Noticias Columbia, el director del ICD, Fernando Ramírez, manifestó las drogas a las que más recurren los menores de edad.
“Las personas menores de edad que se encuentran sentenciadas principalmente consumen alcohol, tabaco y marihuana”, indicó Ramírez.
Aunque en estudios del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) el cuarto y quinto lugar son ocupados por el crack y la cocaína, en las jóvenes son drogas sintéticas como el éxtasis y la ketamina, según el jerarca.
El estudio señala que la sustancia ilegal más consumida en los últimos 30 días es la marihuana. Más de la mitad de la población presenta dependencia a éxtasis, ketamina y marihuana.
Los factores que influyen en el consumo
El acercamiento a estas sustancias está influido por la falta de educación y la conformación de las familias: si son desintegradas, o presentan cuadros de violencia intrafamiliar.
Además, el director manifestó que la falta de vínculos influye en la forma en que se desarrolla la persona.
“Hay un aspecto que llama muchísimo la atención y es la falta de afecto. Un 16,6% de la población analizada señaló no sentir amor. Significa que, si bien es cierto dentro del estudio se determinó que el grueso de la población analizada venía de familias que tenían ingresos suficientes o abundantes, lo cierto es que estas personas menores de edad señalaron no sentir amor, afecto”, explicó Ramírez.
Tras consultar sobre la relación que pudiese existir entre el consumo de drogas y la comisión de delitos, Ramírez manifestó que no hay coincidencia.
Este mismo criterio lo externó Erick Marchena, médico de Casa Jaguar, al indicar que “no precisamente por esa asociación que se hace con una actividad socio delictiva tiene que ver directamente con un consumo”.
Según el director, los datos evidencian la necesidad de fortalecer la prevención primaria y una articulación interinstitucional. También resaltó la relevancia de la intervención familiar.
