Opioide es utilizado con fines médicos, pero también ha causado epidemias en diversas partes del mundo por parte de personas con trastornos de consumo.
La epidemia por opioides como el fentanilo ya es la principal causa de muerte por sobredosis en Estados Unidos.
Por ejemplo, en el 2021, más de 100.000 personas en este país fallecieron por el consumo en exceso de estas sustancias.
Paradójicamente, el origen de este problema con los opioides se da a raíz de su utilización desde la medicina, tal como lo explicó la doctora especialista en farmacodependencia de la Universidad de Costa Rica (UCR), Mónika Hidalgo.
“Nace la problemática a través de la prescripción, digamos como a la libre, porque en realidad los opioides dentro de la cadena de manejo del dolor o de la escalera de la OMS, están con el quinto escalón y, realmente, se reservan para dolores crónicos muy fuertes que no se han logrado palear con otro tipo de analgésicos. En Estados Unidos empezaron a usarse, más bien, quizá cuando no era necesario por tiempos más prolongados que lo recomendado. Esto favoreció la aparición, de alguna forma, de estos trastornos por consumo de opioides”, explicó Hidalgo.
La experta explicó las razones del alto nivel de trastorno por consumo que generan estas sustancias.
“Primero, se une a unos receptores que tenemos todos, que son receptores de opioides y generan la liberación de dopamina, que es un neurotransmisor que está relacionado con la euforia, con un subidón de manera inmediata, de acuerdo con la vía de administración si es inyectado por vía intravenosa. Luego disminuye y ya empezamos con otros efectos que no son los que busca la persona, pero que también generan cambios adaptativos en el organismo de las personas para que la persona recurra en la conducta de consumo”, señaló la especialista.
Si bien esta problemática no es epidemia, de momento, en países latinoamericanos, se han presentado casos de trastornos de consumo en profesionales médicos, incluso en Costa Rica.
Así lo describió Hidalgo.
“Hay colegios profesionales que están desarrollando estrategias para apoyar a estas personas que se convierten en pacientes, que, evidentemente, bajo los efectos de esta droga no pueden trabajar. Empiezan con ausentismo laboral y una serie de implicaciones que, definitivamente, los sacan de sus roles como profesionales sanitarios, pero que, gracias a que se ha investigado mucho, hay opciones como programas de mantenimiento con otros opioides”, mencionó Hidalgo.
Finalmente, la especialista explicó los métodos que existen para ayudar a las personas que atraviesan este tipo de trastornos.
“Hay opciones mediante la sustitución con otros opioides que van a tener unas características que permiten que una sola administración ocupe los receptores en el organismo para evitar que genere abstinencia con estos dolores de estómago, náuseas, vómito y demás, mientras se trabaja de manera integral su plan de vida. Eso no es tan sencillo como que es solo la droga. No es una cuestión de fuerza de voluntad, es que, efectivamente, hay cambios fisiológicos, neurobiológicos que se apoderan de ese sistema de recompensa que es el que nos mantiene vivos, que comamos, que tenemos que tomar agua o que nos da ese instinto de saciedad”, agregó la experta.
