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“Un idealista de la justicia”; así describe el Presidente de la Corte a magistrado fallecido

by Alejandro Arley

Fernando Cruz, presidente de la Corte Suprema de Justicia, dedicó un emotivo mensaje para recordar la vida del magistrado de la Sala III, Álvaro Burgos Mata (en la foto), quien murió este miércoles a los 60 años.

Este es el texto completo que divulgó el Poder Judicial:

“UN IDEALISTA DE LA JUSTICIA. ÁLVARO BURGOS MATA. La muerte es cada vez más cercana en mi existencia… la percibo, la vivo en mi edad y en los que se marchan. Esa atmósfera de despedida y silencio que me va rodeando con mayor vigor. Hoy percibí la despedida luminosa de Álvaro Burgos, colega que integraba la Sala Penal.

Fui su profesor y a partir de ese accidente, percibí sus méritos y su amor por la vida. Su espíritu inquieto lo llevó a estudiar Criminología en Estados Unidos. Pocos se interesan por esa disciplina. Después hizo un doctorado en España. Su historia de vida era admirable.

Tanto que escribió sobre los jóvenes infractores, sembrando la esperanza de su rehabilitación. Mi crónica no capta bien su periplo de esfuerzo y superación. Lo recuerdo con su amistad sincera y expresiva. Contaba con él para los afanes de una reforma judicial. Con esa luz que iluminó su camino, ahora le será fácil abrazar la luz de nuestra vocación eterna. Invoco a luz para ese camino que comenzó entre nosotros. Así es, con mi edad…tantas despedidas.

Ahora, en la lejanía del recuerdo, veo a don Álvaro. Un acontecimiento más que me familiariza más con la muerte, la despedida y la grata nostalgia. El amigo al que ya lo veo en el buen recuerdo que se fue con esa atmósfera que me rodea con mayor rigor, con mayor familiaridad, con mayor espesura.

Estaba joven… sesenta años… pero fue un incansable cronista de la justicia antes de caminar hacia la luz, hacia su destino. Su partida prematura me recuerda la frase de Sabato: ‘La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse’.

Bastante había aprendido Álvaro pero le faltaba. Siempre será así…cuando aprendemos a trancas y barrancas, ya tenemos que irnos. Álvaro, el buen amigo, el de la buena fe, el que me recuerda a Cicerón y sus reflexiones sobre la amistad duradera. Hoy me toca recibir ese pesado nubarrón de la despedida, del paso de la vida hacia la luz infinita”.

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