Una niña venezolana fue abandonada por su madre en Costa Rica y estuvo en resguardo del PANI por 5 meses, hasta que su padre logró cruzar el Darién para estar con ella
Miles de personas ingresan a nuestro país diariamente como parte de su camino hacia Estados Unidos en búsqueda de su sueño americano.
En estos grupos hay una población que emprende su viaje porque sus padres o familiares tomaron esta decisión, sin conocer ni dimensionar a que se enfrentarán.
El vicedecano de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, Guillermo Acuña indicó que el tránsito de niños acompañados y solos ha ido en aumento en los últimos meses.
“Particularmente haciendo más complicado su paso por las zonas de frontera, v que es cuando mayor vulnerabilidad tienen, recordemos que ya habíamos tenido una coyuntura de los de los niños y niñas migrantes no acompañados centroamericanos en el 2014 – 2015 en la que fueron identificados cerca de 60.000 personas menores de edad entre México y Estados Unidos entonces la dimensión es todavía más más aguda”.
El shock psicológico a corta edad les marcará a lo largo de su vida, como el caso que les expusimos días atrás de Eliennais Espinoza, quien salió de Venezuela hace 5 meses con su madre, pero fue abandonada por ella en nuestro país, por lo cual la menor estuvo en resguardo del PANI durante este tiempo.
Su padre Robert Espinoza, aseguró que a lo largo de este tiempo su hija siempre se vio bien y recibió una buena atención de los distintos organismos en Costa Rica.
“Mi hija estuvo pues acá en el PANI, de verdad que fue bueno a pesar de que yo, pues no notaba cómo la estaba pasando, pues a ella se le veía un semblante demasiado bonito, porque este el trato que me le dieron a ella en el PANI fue, un trato pues bien, súper contento porque la vi muy bonita, cuando la vi que llegué de Venezuela, no fue fácil fue como te dije de tener a mi hija acá en Costa Rica sola, la atendían psicólogas, estaba en la escuela, bien alimentada y me hacían videollamadas una vez a la semana”.
Por su parte Mónica Paniagua de UNICEF, agregó que lo que se busca es llenarlos de color y risas, para que su conmoción emocional sea menor.
“Las condiciones varían hay niñez y adolescencia que vienen condiciones de salud considerables, por ejemplo con deshidratación, algún nivel de desnutrición con heridas de las caminatas y sobre todo en muchos casos con una necesidad de lo que es atención psicológica por lo que han visto durante el trayecto, estas son las personas que nosotros UNICEF atendemos en los espacios seguros para la infancia y la adolescencia, los cuales cuentan con una personal en psicología, trabajo social y también una educadora que les brinda un programa, atención y un espacio donde ellos pueden volver de nuevo a ser niños y niñas”.