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Caso de Luany Salazar: Fiscalía califica de “novela” versión del acusado

by Alejandro Arley

Este miércoles 24 de agosto, a las 10 de la mañana, un Tribunal de Cartago dictará la sentencia por el crimen ocurrido en junio del 2020.

Luany Valeria Salazar Zamora, de 23 años, fue asesinada en Linda Vista de Río Azul, cantón de La Unión. El cuerpo estaba enterrado en el patio de una casa en la que vivía el acusado, de apellido Mejía, junto a su abuela.

La Fiscalía acusó al sujeto de 39 años y solicitó 31 años de prisión por homicidio calificado y hurto agravado. Le atribuyó haber asesinado a Luany de varias heridas de arma blanca en el cuello y el rostro.

El cuerpo fue hallado el 15 de junio cuando familiares obtuvieron permiso para entrar a la propiedad.

Este martes, en el último día de juicio, el sospechoso rindió su declaración ante los jueces y en presencia de familiares de la víctima, como la madre Ana Patricia Zamora.

Mejía hizo un extenso relato. Comenzó diciendo que no tenía una relación cercana ni de amistad con Luany; que la conocía de vista porque era vecina y que sus interacciones con ella eran básicamente saludos de cortesía.

“Aclaro esto porque han querido hacer ver incluso que tal vez hasta tenía yo una obsesión o una relación sentimental. Desmiento todo eso no es cierto”, expresó.

Comentó que la noche del 9 de junio del 2020 salió de su casa rumbo a una pulpería en busca de una persona a quien iba a ayudar con comida. Indicó que a 150 metros de la casa de su abuela, observó a Luany en una propiedad y se percató de que ella tenía una discusión “fuerte, pasada de tono,  bochornosa y violenta”.

Mejía aseveró que no se involucró en el asunto porque el barrio es complicado en cuanto a seguridad. “Esa fue la última vez que la vi”, dijo.

El acusado declaró que dos días después, aproximadamente a las 12:30 p.m., tres sujetos llegaron a su casa a buscarlo con el pretexto de venderle un reloj. Cuando él les dijo que no estaba interesado, se pusieron agresivos.

Identificó a uno como la persona que discutía con Luany el 9 de junio y otros dos supuestos delincuentes comunes.

Según su versión, patearon el portón, le exigieron que saliera. Él abrió el portón y supuestamente se le lanzaron encima y comenzaron a golpearlo. Le exigían que no dijera nada sobre lo que había visto con Luany.

Mejía afirmó que minutos después salió de su casa para entender qué había pasado y al toparse nuevamente a los hombres, estos comenzaron a golpearlo otra vez.

Alegó que, en esa ocasión, lo llevaron a la fuerza a una especie de rancho en el que había una mujer. Ella lo apuntó con un arma en la cabeza y le volvió a decir que si le preguntaban por Luany, dijera únicamente que la vio en la acera pero que no dijera nada más.

En el relato, Mejía, dijo que después de que lo soltaron, lo volvieron a buscar y lo obligaron a ir al negocio de Patricia Zamora, madre de la víctima a quien le dijo que no sabía nada sobre el paradero de su hija.

Luany Valeria Salazar Zamora tenía 23 años. Foto suministrada por la madre.

El acusado explicó que, en una de las golpizas, se percató de que en el suelo había quedado tirado un teléfono celular y que lo recogió con el fin de llevarlo a desbloquear para tener información sobre quienes lo habían atacado.

Indicó que debido a esta situación, las amenazas y la recomendación de una vecina, se fueron unos días a quedarse con familiares en Heredia. Por eso, afirmó que no sabe quién llevó el cuerpo de la joven y al patio de esa casa.

Fiscalía: acusado insulta la inteligencia

En su exposición final, la fiscala Carolina Martínez (de pie en la foto), arremetió contra la historia que dio Mejía en su declaración porque las evidencias en su contra son contundentes.

“Señores miembros del Tribunal, el imputado insultó la inteligencia de ustedes como jueces, la inteligencia del señor querellante y actor civil, de esta representación y de su propia abogado…porque yo no creo que el abogado pudiese poner al imputado a decir semejante novela, porque todo lo que dijo… parece que él no estuvo en este debate, que no escuchó a los testigos, parece que no observó la prueba que hay en su contra que establece y determina que él es el autor responsable de estos hechos”, expresó.

Martínez explicó que, ninguna de las cosas que manifestó el acusado, se sostienen al ser analizadas de acuerdo con las reglas de la lógica, la experiencia y la sana crítica racional. Posteriormente la fiscala fue atacando uno a uno los argumentos del sospechoso.

Manifestó que Mejía sí conocía a Luany y que incluso quedó acreditado con testigos que le decía piropos pasados de tono.

Sobre las agresiones, explicó que varios vecinos preocupados por la desaparición de la muchacha sospechaban de él y lo golpearon para exigirle que dijera dónde estaba ella.

Criticó que Mejía nunca acudió a las autoridades para desligarse del crimen ni denunciar lo que le había sucedido.

La tesis del Ministerio Público es que, la noche del 9 de junio del 2020, Mejía llegó al lugar donde Luany compartía con unos amigos. Le insistió para que fueran a su casa donde para concretar un negocio con un anillo.  

En la madrugada del miércoles 10 de junio, los vieron irse con rumbo a la vivienda. El sujeto supuestamente le dijo a Luany que no hicieran ruido porque en la vivienda estaba su abuela.

La Fiscalía alega que la muchacha estuvo varias horas en esa casa y que, en un momento, de forma sorpresiva, el hombre la atacó con un arma blanca cuando estaban en un aposento de la planta alta.

Posteriormente movió el cuerpo, lo envolvió en bolsas plásticas negras y lo enterró en el patio.

Como pruebas aportó los análisis químicos que se hicieron y la prueba con luminol, que reveló las manchas de sangre en el sitio del ataque y luego el arrastre hacia abajo.

Martínez dijo que no tiene sentido la teoría de Mejía de que alguien más puso el cuerpo en la propiedad, pues los análisis forenses determinaron que fue enterrado casi de forma inmediata a la muerte y por eso lo hallaron aún conservado, sin evidentes signos de descomposición.

De esta forma, ubica cronológicamente al sujeto en la vivienda, pues se marchó a Heredia días después.

La fiscala expresó que fue Mejía quien limpió las manchas de la escena del crimen. Sin embargo, resaltó que un dictamen de bioquímica determinó que sangre localizada en el cuarto “corresponden al perfil genético” de Luany y Mejía.

“Lo que significa que el imputado estuvo ahí. Tuvo sangre en su cuerpo y se reveló de acuerdo con los dictámenes que constan en el expediente”, añadió.

En cuanto a la versión del hallazgo en el suelo del teléfono celular, Martínez concluyó que está claro de que se trataba del aparato de la víctima y que el sujeto lo llevó a un local en San José para repararle la pantalla como consta en una factura y un video de seguridad.

La Fiscalía considera que el acusado actuó con alevosía pues procuró siempre  garantizar que la víctima no iba a poder defenderse. Para ello, le generó confianza y la engañó.

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