Había personal pagado, horarios, «bonificaciones», viáticos y hasta uniformes, dice jefe policial.
El call center o centro de llamadas para estafas que el OIJ desarticuló este miércoles, mediante ocho allanamientos, funcionaba como si fuera una empresa.
La organización era dirigida por un sujeto que actualmente descuenta una pena de cárcel en máxima seguridad de La Reforma
El subdirector del OIJ, Michael Soto, explicó que el grupo tenía varias sedes, la principal de ellas en La Sabana, donde usaban un inmueble de alquiler cuyos propietarios no tienen relación con los hechos
Los sospechosos que realizaban las llamadas telefónicas se hacían pasar por empleados bancarios, municipales o de otras instituciones. La intención era engañar a las víctimas con falsos trámites de manera que entregaran los accesos a sus cuentas de las entidades financieras.
Una vez con la información, en pocos minutos pasaban el dinero a otra cuenta y de inmediato, otros integrantes sacaban el efectivo en cajeros automáticos. El perjuicio económico provocado por este grupo delictivo se estima en ₡125 millones. La Policía Judicial lo consideraba como el más importante en este tipo de delito.
Organizados
Soto describió la estructura como «una empresa criminal». La organización reclutaba personas que tuvieran facilidad para leer y expresarse de modo que se escucharan convincentes en las llamadas y pudieran engañar a las víctimas.
Utilizaban un guion o texto predeterminado para sonar como si fueran verdaderos empleados bancarios o estatales. No se descarta que, para perfeccionar su técnica, los sospechosos hayan tenido contacto con personas que trabajan formalmente en este tipo de actividad.
«Encontramos las hojitas donde está todo el mismo discurso o las mismas palabras que sigue un empleado bancario cuando llama a un cliente. Todas estas personas se entrenan, el mismo grupo criminal las prepara. (…) Si lograban un buen fraude, ganaban una comisión más allá del salario por mes», manifestó el jefe policial.

«Imagínese usted 25 personas haciendo como pescar… empiezan a ver qué pescan y tiran el anzuelo muchas veces. Lamentablemente a pesar de las campañas que hemos hecho en los medios de comunicación de no dar las claves de acceso a las cuentas siempre lograban hacer defraudaciones», expresó.
En el negocio ilícito había horarios, capacitaciones, salario, bonificaciones, viáticos y hasta uniformes de una falsa empresa de celulares.
«Los hombres vestían con una camiseta negra con letras azules, con el logo de una empresa ficticia y las mujeres con las mismas características solo que de negro con rosado», detalló Soto.
Para trasladar los fondos, el grupo echaba pagaba a colaboradores que prestaban sus cuentas con ese fin. Otra forma era ofrecer dinero a personas en condición de calle o de vulnerabilidad. Se aprovechaban de ellas para que abrieran cuentas bancarias ligadas a una tarjeta que posteriormente pudieran usar con el fin de retirar efectivo.
«Usan una o dos veces esa cuenta, para depositar (el dinero) de la víctima hacia ese tercera y después la desechan porque evidentemente los bancos al percatarse bloquean y el rastro ahí se pierde», destacó.
Por esta razón, los sospechosos hacían «giras» en distintas partes del país que les permitieran encontrar más personas dispuestas a prestar su nombre y cuentas bancarias.
En la investigación, los agentes localizaron teléfonos en los ámbitos de la cárcel en los cuales permanecía el presunto líder. La Policía lo vincula con el uso de los aparatos para girar instrucciones a otro sujeto que participaba de las acciones ilícitas fuera de prisión.
El subdirector de OIJ expresó que fue muy importante detener a estas personas antes de que comenzaran los días de mayor circulación de dinero por el pago de aguinaldos. Además, brindó recomendaciones para evitar ser víctima de este tipo de estafas.