Exviceministra de Educación, Rocío Solís, conversó con Noticias Columbia sobre la evolución de las pruebas para evaluar a los estudiantes a final de año.
En las últimas semanas se han intensificado los reclamos, por parte de la comunidad estudiantil de secundaria, al Ministerio de Educación Pública (MEP) por las pruebas estandarizadas que tendrán que realizar en el mes de noviembre.
Estos exámenes se anunciaron como parte de la Ruta de la Educación dada a conocer en febrero de este año, luego de que, pocos días después de haber asumido la Presidencia de la República, Rodrigo Chaves señalaba que las anteriores pruebas FARO quedaban suspendidas, decisión que fue confirmada por el Consejo Superior de Educación en junio del 2022.
En ese momento, se adujo que estos exámenes generaban gran estrés a los estudiantes y a toda la comunidad educativa.
De esta manera, las pruebas FARO únicamente mantuvieron vigencia por tres años, entre 2019 y 2021, luego de funcionar como reemplazo para los antiguos exámenes de bachillerato.
Fue así como, a inicios de este año, la ministra de Educación, Anna Katharina Müller, confirmó la forma en la que se aplicarían las pruebas estandarizadas.
“En los años que finalizan primaria y secundaria, en sexto grado y en secundaria en onceavo y doceavo, según sea académico o educación técnica. La prueba se va a aplicar no solo a fin de año porque no es una prueba que simplemente toma la temperatura al finalizar el año. Les vamos a aplicar el mismo concepto de prueba al inicio del año para poder medir cómo están a inicios de año los estudiantes con relación con la salida que tienen que tener a final de año”, detalló la jerarca.
En Noticias Columbia conversamos con la especialista en educación y exviceministra del MEP, Rocío Solís, quien explicó qué fue lo que ocurrió entre 2019 y 2022 con las pruebas que se le aplicaban a los estudiantes.
“El bachillerato ya estaba bastante obsoleto. Ya había que cambiar este modelo de bachillerato, porque lo que estaba pasando era que estaba dejando relegada a gran cantidad de gente por ‘x’ motivo, porque no estaba siendo una medición de lo que era el sistema educativo como tal. Entonces, se quita bachillerato y pasamos a FARO que, supuestamente, medía el dominio de habilidades que, supuestamente, superaba el modelo empleado en bachillerato. Sin embargo, pudimos ver que no era así porque no tuvo tiempo tampoco FARO de ser probado, fue un ensayo y un error”, señaló la exviceministra.
Solís mencionó que uno de los problemas de las pruebas estandarizadas es que no han contado con suficiente tiempo para su validación.
“Se la tiramos de lleno así a los estudiantes otro ensayo y error, como otra forma de trabajar de forma muy escueta y un poquito desorganizada. Entonces, vemos que no podemos seguir jugando con los estudiantes, con el conocimiento. En estos momentos, las pruebas estandarizadas dieron una deficiencia grande que ya FARO las había dado por todo lo de la pandemia, por todo lo de las huelgas y el arrastre que se venía dando de los pocos conocimientos que tienen los estudiantes en el aula”, aseguró la especialista.
Recientemente, la Müller dio a conocer que las pruebas estandarizadas, que tendrían un valor de 40% en la nota final de curso, pasarían a significar únicamente un 30% ante los cuestionamientos recibidos.
Finalmente, la exviceministra Solís agregó que debe fortalecerse el proceso educativo para que estos exámenes no generen una carga de estrés en los estudiantes.
“Un muchacho tiene cinco años para haber sido evaluado y para ir adquiriendo sus conocimientos, pero que una prueba determine si puede seguir adelante con sus carreras, eso me parece a mí que es bastante malévolo o perverso, como lo podemos decir. Así que, yo sí creo que debe haber una evaluación, pero es una evaluación del conocimiento que van adquiriendo los estudiantes a través de los años y cómo salen, cuál es el perfil de entradas que nosotros teníamos del estudiante y cuál es el perfil de salida que nosotros queremos”, manifestó Solís.
