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Ottón Solís: El conductor de bici ‘de saco y corbata’ al que un casco le salvó la vida

by Lorena Bogantes

Conoció la ‘bici’ a los 10 años, cuando un joven de su pueblo se la prestaba cada vez que quería, porque estaba un ‘poquito’ enamorado de su hermana. Ahí empezó un romance que lo llevó a crear un pequeño closet en la Asamblea para cambiarse si transpiraba mucho. Para Ottón, es un medio ahorrativo y que da salud, aunque tiene algo muy claro, “un día se quebró el casco, pero se pudo quebrar mi cabeza…”.

Ottón Solís se ‘enamoró’ tarde de la bicicleta. Antes de los 10 años, prefería ensillar a su caballo y cabalgar por la calle de piedra gruesa que rodeaba su pueblo, General Viejo de Pérez Zeledón.

Fue en 1964, el mismo día que falleció su tía, que el excandidato presencial comenzó su relación con la ‘bici’, en una especie de romance que, a pesar de los accidentes, se sostiene hasta el día de hoy por múltiples razones.

Confiesa que, en una ocasión, un buen casco le salvó la vida, pues calculó mal un carril de tren, se tropezó y estrelló su cabeza con el metal. Cuando se dio cuenta, el protector estaba roto. Ese día, cuando llegó a la Asamblea, reflexionó sobre aquel accidente. 

“Ese día se quebró el casco, pero se pudo quebrar mi cabeza”, confiesa.

Ottón admite el error, insuficiente para separarlo de la bici. La considera un medio de transporte eficiente, ahorrativo y que favorece su salud. Hoy, en el Día Mundial de la Bicicleta, el generaleño confiesa que le encanta moverse en ‘bici’.

Aquel día, cuando murió su tía y conoció la bicicleta en 1964, quizás no imaginó que terminaría por crear un lazo que se prolongaría con el paso del tiempo.

Recuerda que todo empezó porque un muchacho que estaba ‘un poquito’ enamorado de su hermana mayor le prestaba la bicicleta cada vez que se la pedía.

Así fue como aprendió y, a los años, se transformó en un medio común dentro de la vida del exdiputado. Cuando se trasladó a Manchester para estudiar, empezó a moverse en bici cada vez que necesitaba hacer una vuelta o cuando tenía una reunión.

Algo similar hizo en la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos y posteriormente en Costa Rica, cuando laboró en la Asamblea Legislativa.

Afirma que, en muchas ocasiones, introdujo el ruedo del pantalón de su saco dentro de sus medias para evitar alguna mancha cuando sus piernas rozaran con las cadenas.

E incluso llegó a crear una especie de closet en su oficina, que le permitía cambiarse de ropa en aquellos momentos en que transpiraba de más.

Esto no evitó que se moviera en saco con su bici, que asistiera a reuniones e incluso a eventos importantes en los que la distancia fuese relativamente corta.

“Tenía las zapatillas de vestir en la oficina, las camisas bien aplanchadas las ponía en el salveque y ahí de vez en cuando reponía camisas. Cuando dejé de ser diputado y pasé a convertirme en director del BCIE, también iba en bicicleta”, confiesa Solís.

Dice el político que en su vehículo duraba casi 45 minutos en llegar a su casa, pero en ‘bici’ apenas le tomaba 15 minutos el traslado.

Hoy en día, la utiliza hasta para salir a comprar un tornillo a la ferretería.

Le gusta comprar bicicletas ‘de segunda’ cuando sale del país por espacios prolongados de tiempo, especialmente para dar clases en universidades internacionales.

Le encanta la bici, a pesar de que ha sufrido tres accidentes. Se cayó dos veces y en una ocasión se le rompió el casco, la anécdota que recuerda con más claridad.

Sin embargo, en EE.UU. le pasó que iba manejando por la carretera congelada con una velocidad mayor a la adecuada y acabó por caerse de nuevo.

En el Día Mundial de la Bicicleta, Ottón le recomienda a todas las personas uno de sus medios de transporte favoritos… pero no sin un buen casco.

Colaboró: José Pablo Alfaro.

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