Lima, 5 mar (EFE).- Cientos de mujeres peruanas marcharon este sábado por el centro de Lima para levantar su voz contra la violencia machista y neoliberal, un flagelo que no da tregua en un país donde cada dos días muere asesinada una mujer por el mero hecho de serlo.
Colectivos de ollas comunes, cuidadoras del hogar, campesinas, trabajadoras sexuales, personas discapacitadas y familiares de mujeres desaparecidas y víctimas de feminicidio se concentraron esta tarde ante el Palacio de Justicia de la capital peruana y recorrieron las principales calles de la ciudad para exigir igualdad y denunciar el sistema capitalista que las precariza.
“Sufrimos no solo maltrato, también violencia en nuestros sueldos (…). Hay muchas trabajadoras que están en condiciones de esclavitud”, se lamentó a Efe María de los Ángeles Ochoa, secretaria general del sindicato nacional de trabajadoras del hogar.
Entre la marea de pañuelos verdes y violetas, y de carteles que inspiraban sororidad, Agustina Huayanay sujetaba una cruz de madera con el nombre de Jéssica Tejera, su hija de 34 años asesinada en diciembre de 2019 junto a tres de sus cuatro hijos, a manos de su pareja, en el distrito limeño de El Agustino.
“He venido a pedir Justicia”, exclamó a Efe la madre, que marchaba en primera línea de la manifestación convocada en vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Entre quienes encabezaban la protesta figuraba también María Carrocel García, representante de los colectivos por el acceso legal y seguro al derecho a decidir, quien destacó la enorme deuda que tiene el país en esta materia, por considerar ilegal la interrupción del embarazo y permitirlo solo cuando la salud o la vida de la mujer se encuentran en riesgo inminente.
“Muchas mujeres mueren a causa de abortos inseguros y porque no hay condiciones que puedan cubrir la demanda de mujeres, incluso que necesitan un aborto terapéutico”, sostuvo la joven, quien criticó que además haya personas que se lucren “con la vida, la ansiedad y el miedo de las mujeres”, mientras ellas solo son criminalizadas.
“Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo”, “somos el grito de las que ya no tienen voz”, “no soy princesa, soy guerrera, fuerte y valiente”, se leía en las pancartas, que encarnaban el anhelo y la necesidad urgente de allanar el camino hacia la igualdad y la erradicación de la violencia de género.
TOLERANCIA A LA VIOLENCIA
Y es que los retos aún son enormes. Solo en enero de este año, Perú registró 18 feminicidios, 6 tentativas y 8 muertes violentas, mientras que el número de niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas ascendió a 519, un 19 % superior a lo reportado en el mismo mes de 2021, según datos de la Defensoría del Pueblo.
Además, la última Encuesta Nacional de Relaciones Sociales reveló que el 58,9 % de la población peruana tolera situaciones de maltrato físico, psicológico o sexual en el ámbito familiar y social.
En concreto, este estudio reportó que el 52,7 % de los peruanos defiende que la mujer “debe cumplir su rol de madre y esposa, después sus sueños”; el 33,2 % cree que “debe tener alguna forma de castigo por parte de su pareja”; y el 31,1 % considera que si “viste de manera provocativa busca que la acosen sexualmente”.
Asimismo, más del 27 % sostiene que “si la mujer falta el respeto a su esposo o pareja, merece castigo” y alrededor del 15 % defiende que, celando a la esposa, el varón “demuestra que la ama”.
En 2020, la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) reveló que el 54,8 % de las mujeres de Perú fueron víctimas de violencia ejercida alguna vez por su esposo o compañero, siendo la violencia psicológica la predominante (50,1 %), seguida de la física (27,1 %) y la sexual (6,0 %).
