De niño recuerda cuando sus padres le decían que saliera a jugar, mientras veía como botaban las casitas del pequeño precario ubicado en la Angostura. Aún así, se graduó del colegio, trabajó de noche cuidando barcos y, cuando era necesario, limpiaba sardinas en una fábrica. Hoy en día, es máster, tiene su propia firma de contaduría pública y es pensionado de la UCR. Este es el retrato de la cabeza del nuevo proyecto de Puntarenas.
Su padre, boyero de profesión, cargaba en hombros los sacos repletos de mercadería que arribaban al muelle porteño y luego los llevaba al ferrocarril, desde donde eran distribuidos por todo el país.
Eran otros tiempos en el Puerto. No había contenedores y la mano de obra era necesaria para trasladar todo lo que llegaba del mar.
La pobreza era extrema, confiesa el hoy presidente de Puntarenas, punto neurálgico en el ascenso del club a Primera.
“Cuando decidieron desalojar a todas las familias del precario, recuerdo que mis papás me pusieron a mí a jugar afuera. Recuerdo cuando llegaban a botar todas las casitas”, contó.
El hogar de los Trejos se construyó con las tarimas que se botaban de los barcos, se cobijaban con sacos de azúcar y las cajas de cartón hacían de colchón.
Aún así, don Héctor cursó la escuela y el colegio. Recuerda que se subía a la bicicleta de su papá, que lo llevaba al centro educativo.
Su mamá era ama de casa, pero también planchaba ropa ajena. Siempre fue un soporte esencial y también hacía lo que fuera necesario para que su hijo estudiara.
Cuando aprobó el bachillerato, el dirigente empezó su primer trabajo de noche: Cuidar barcos, a cambio de 100 colones por día.
También ‘limpió’ sardinas en una fábrica, vendió tamales y huevos en la calle y, con el tiempo, hizo de cajero en un supermercado.
Fue justamente aquí que conoció a Felipe, uno de los hermanos Medina que son hoy en día propietarios de Puntarenas FC.
Después de un periodo de tiempo en esta función, optó por renunciar, pues el trabajo le quitaba mucho tiempo y su prioridad era terminar los estudios.
Se graduó de administración de negocios con énfasis en contaduría pública y luego cursó una maestría en administración hotelera.
Padre de cinco hijos, todos profesionales, Trejos laboró en la UCR, pero también fundó su propia firma de contaduría pública en Puntarenas, en la que trabaja hoy en día.
Para el dirigente, liderar el Puntarenas es una especie de hobbie, pues no vive de este puesto, pero también es una oportunidad para ayudar a la provincia.
